No te vas cuando te marchas.
Con la impresión de que te vas quedo,
mas quedas impreso en todo cuanto tocas.
Permaneces en el aire,
-en mi nariz por tanto-.
En mis ojos, en mi boca.
En el suelo, en mi pelo.
En mis manos,
que buscándote se enredan.
En el agua que bebo,
en las sábanas que huelo
una y otra vez… echándote de más,
como cada vez que parece que te quedas.
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