jueves, 15 de agosto de 2013

4.0

Ser bombilla no es fácil, sobre todo porque siempre llega ese incómodo momento en el que te sustituyen por otra más duradera, más cara, de bajo consumo, de luz más intensa y, en definitiva; por una que no necesita que se preocupen por apagarla. Que no necesita que se preocupen por ella, a secas.

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