Acabo de verle las manías al viento. Se ha cruzado justo entre tus palabras y tus miedo, ahí en medio. Y ya lo he captado; mi caos no podría ser tu punto de apoyo, y lo entiendo.
Ya tienes puntos cardinales, los he visto de lejos y parecen casi inequívocos, con un halo de perfección áurea y destellos de ojos claros.
Qué mentirosa la duda que te ha hecho mirar a mi lado y me ha dado incertidumbre y al final lo entiendo, de verdad;
¿Quien quiere vorágine pudiendo tener escampada?
Tontas ilusiones, tonta de mi.
Sus movimientos son casi la culminación de todo lo que puede ser la excelencia. Hasta su letra es mas legible y ordenada que la mía. Ni un punto de sutura en las verdades.
Y lo entiendo, de verdad, lo entiendo.
Yo tan descolgada de la vida, tan cerca de la nada, tan ojos azabache; la apoptosis sentimental personificada con cicatrices por doquier.
He entendido tu silencio y he captado la analogía de tus decisiones; qué simple todo cuando nos empapamos de realidad.
Por cierto, te han llorado hasta los domingos.
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