miércoles, 25 de diciembre de 2013

Let you going.

No me cabe lo que llevo por dentro. Ni por fuera. Digamos que no me cabe la vida, es demasiado, como diría cualquiera, dura, o complicada. Yo prefiero asignarle el adjetivo triste. Es demasiado triste la vida. Demasiado triste las situaciones, las decisiones.

Las personas más que nada somos olores. Meras señas olfativas que intentan definir, en cierto modo, lo que venimos siendo.

Si cambias de aroma, dejas de ser quien eres.

Los chicos siempre proclaman eso de que no cambiemos tanto de perfume.
Nunca he sabido decantarme por un solo aroma, nunca. Las esencias son eso, esencias, y me gustan todas, y no quiero desprenderme de ninguna.
Ahora lo entiendo; no me dejaba reconocer. No me definía. No me limitaba.
He dejado de ser quien era muchas veces, pero el caso es que siempre acabo hallandome en el mismo lugar, con los mismos sentimientos envenenados.

Vainilla. Coco. Caramelo quemado. Combustible. 

He dejado de sentirme mal, para sentirme nada. Y qué es la nada; vacío. Y no hay cosa peor que el vacío que no se llena. Ese vacío que es frío que no se puede evitar poniéndote un abrigo. Ese frío que congela el alma y las cosas bonita.

He dejado de sentirme mal. Algo es algo.

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