martes, 17 de septiembre de 2013

Eres cabezota, mucho más cabezota que yo, que ya es decir. Tienes metido entre ceja y ceja fijarte en la mueca que mi boca hace cuando sonríe, en mi risa, tiendes a edificarme como chorro de vida, como un scout que irradia felicidad, siempre dispuesta a dar la mano, como una astro reina que de forma altruista se dedica a calentar con miradas los corazones de la gente... pero te equivocas. Para, por favor, déjalo ya, deja de recorrer mis costuras, deja de deslizarte sobre ellas sin saber lo que se ha logrado encerrar ahí abajo a base de aguja e hilo, 
                                      y algo de alcohol del malo.

Solo quiero algo maleable, algo que quepa en el bolsillo y con lo que poder matar el tiempo que nos toca estar aquí; yo no te pido que me enseñes a volar, nada, así que no lo enredes. 

Hazlo vacío y sencillo, sin complicaciones, un vaso, dos cigarros, hola y adiós, rápido. Ya nadie contrata al señor amor, ahora son contratos temporales, menos coberturas, pero el precio a pagar en la factura del final de día es mucho más barato y ofrecen una total y completa disponibilidad, un chollo. Así que olvídate de tus largos paseos por mi espalda, no quiero romperme más huesos en causas perdidas.

No mas rayos ni truenos, ni preguntas al viento, solo rentables contratos físicos sin clausulas emocionales. Esto es la vida que hemos conseguido, la que nos han ayudado a construir.



martes, 10 de septiembre de 2013

J.J.M. "El Mundo"

" -Tú no eres interesante para mí.
Yo continué caminando a su lado, pero al modo en que un pollo sin cabeza continúa volando, o sea, muerto. Aquella frase me había roto literalmente el corazón. Un cuchillo oxidado no habría tenido efectos más devastadores. Continué andando, pues, por pura inercia hasta su casa y luego seguí hasta la mía sabiendo que ya no era necesario imaginar que iba a morir al minuto siguiente porque ya estaba muerto. Entré muerto en casa y logré alcanzar, muerto, el cuarto de baño para ocultar la trágica situación a la familia. Al mirarme en el espejo reconocí en mi rostro todos los atributos de un cadáver (...)


Estar muerto era en mi situación un consuelo, pues cómo soportar vivo, no ya aquel rechazo, sino aquella humillación. Tú no eres interesante para mí. En una de las miles de veces que repetí la frase, reconstruyendo la situación para ver si le encontraba una salida, pensé que entre el 'tú no eres interesante' y el 'para mí' había habido una pequeña pausa, una cesura, que dejaba una vía de escape. Quizá había dicho: 'Tú no eres interesante, para mí.' La coma entre el 'interesante' y el 'para' venía a significar que podía ser interesante para otros, incluso para el mundo en general. Era la primera vez que le encontraba utilidad práctica a un signo ortográfico, la primera vez que le encontraba sentido a la gramática. Quizá al colocar esa coma perpetré un acto fundacional, quizá me hice escritor en ese instante. Tal vez descubrimos la escritura en el mismo acto de fallecer.
Y bien, ¿podía salir del cuarto de baño e incorporarme a la vida familiar confesando que me había muerto (de amor)? Era evidente que no, de modo que tenía que fingir que continuaba vivo, ya veríamos durante cuánto tiempo. Si llevaba meses ocultando mi condición de espía, ¿por qué no ocultar ahora mi condición de finado? Por unas cosas o por otras, nunca pertenecía al mundo en el que me hallaba. "




domingo, 1 de septiembre de 2013



Contigo la filosofía, como el tiempo,
es una forma más de literatura.

Tus palabras al más puro estilo francés,
hablan de matarme, pero haces
que me acaricien el corazón
como si las tildes no fueran balas. 

Y yo me dejo.

Me llamaste 'bruja'
y aun no sabías que era capaz 
de hacerte levitar sólo con mirarte.

Pero no es magia,
la magia pasa cuando tus tildes
se posan sobre mis vocales equivocadas.
Entonces ocurre.
Nos convertimos en una falta de ortografía,
pero hacemos que las palabras suenen como queremos.

Que no nos escribimos como
nos explicaron en el colegio.
Lo hacemos como adultos desnudos
con más tinta que sangre.
Haciendo equilibrios en la balanza
poesía-hechos.

Y qué peligrosas las piedras,
cuando escondes la mano bajo mi falda.
Qué peligrosa la guerra
si nos camuflamos con metáforas.

Qué miedo pensar,
que la curva más bonita en la que te fijes
sea la que forman las estrofas.
Qué miedo perderte,
enamorado de una métrica
que no compongan mis centímetros.

Que nuestra cama se convierta
en una antología titulada "pasen y lean"
sólo puede pasar si la poesía se hace mentira.

Yo no quiero un escaparate de versos,
nos quiero a nosotros vestidos de poema.
Para que cuando el viento arrastre cada palabra
sigamos siendo.

Eres, luego existo.
Existo, luego te pienso.