— Bueno, tú también echaste a ese que considerabas ‘‘tu mundo’’. ¡Le cerraste la puerta en las narices! Algo tenía que hacer el karma...
— ¿Matarme?
— No digas tonterías.
— Sí, fue oír sus zapatos bajando los escalones y noté como la Tierra empezaba a girar en dirección contraria a mis pasos: Me estanqué. Y aquí sigo; sin él, sin rumbo ni citas a las 6:00.
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