martes, 31 de enero de 2017

Me encanta ser una niñata. Jugar a tensar la cuerda, a estirar la soga, llevarla al extremo y tentar(te) a la suerte, a la tontería hecha liana y soltar. Soltar(te) amarras y ver que pasa, deleitarme en la cellisca que provoca. 

Aunque el viento me pone nostálgica. El viento.
Ni la lluvia ni los días nublados.
La galerna me trae tinieblas, paisajes sombreados de lo que fue, de lo que no pudo ser. 

Este céfiro me trae tus susurros, tu risa hecha murmullo.

Me valía la pena pero prefiero que me valga el jubilo de los días de otoño. Que me valga las lluvias de verano y los destellos de sol los fríos días de este mi invierno eterno.

Siento decirte que te han malgastado mis pensamientos, te han puesto en modo repetición y me he pausado. Y ahora eres esa melodía que tanto detesto.
Te he mirado con ojos de amor, por cierto, y te he deleitado en tus manías y poesías. 

Empiezas y acabas en mis costuras, hilo, aguja, sutura en punto de ojal. Y no hay drama.
Clara, directa, concisa, como una daga al corazón.
Soy una niñata, y me encanta.

Replay y a lo mismo.