sábado, 27 de diciembre de 2014

Baina...

Qué difícil es esto de que las cosas funcionen entre nosotros. Esto de querer contarte tantas cosas pero no ser capaz… Incapaz. Cobardes… Menudo par de cobardes. Qué difícil es disimular y darse media vuelta cuando te tengo de frente, cuando te tengo tantas ganas.
Cuánto nos ha gustado el melodrama, ¿eh? Ese en el que cuanto peor nos iba, más nos enganchábamos; sin saber realmente si la culpa de todo esto la tenía esa maldita intriga por saber, por conocer, por aquello que más ata cuando uno quiere pero no puede, o no debe.

Cuánto nos ha gustado jugar a franquear esa línea que cada vez se hizo más fina, una guerra en la que alguno de los dos acabó cediendo más de una vez por exigencias del guión… Un guión inexistente en el que nada lo era todo, jugando al despiste, como si el tema no fuese con nosotros; mostrándole al mundo nuestra mejor sonrisa y temblando por dentro.

Así andábamos, fingiendo… y los dos con estas ganas. Y con estos peros. Creo que la vida nos vino grande… o quizá fuimos nosotros quienes nos tornamos diminutos, granos de arena deslizándose lentamente dentro de un reloj incomprensible. Y así andábamos, mitad dormidos, mitad activos. Un pulso continuo de peros entre el mayor miedo y la mejor fantasía.

Asustados ya no de fracasar, muriendo de miedo sólo de pensar en intentarlo. Nos faltó coraje y nos faltó valor. Se nos escapó una conversación que dejamos a medias… Se nos escaparon muchas cosas. Hasta que me decidí y escribí una postal, con el remitente bien clarito, sin whatsapps, ni emails de turno, la ocasión lo merecía:

El “pero” es la palabra más puta que conozco. “Te quiero, pero…”; “podría ser, pero”; “no es grave, pero…”. ¿Se da cuenta? Una palabra de mierda que sirve para dinamitar lo que era, o lo que podría haber sido, pero no es.” (El secreto de sus ojos)

lunes, 15 de diciembre de 2014

Oda a los estudiantes

Dejemos la melancolía y la autocompasión. 
Estamos aquí para hacer las cosas, bien o mal.. 
No todo sale mal y no todo sale bien. 
Pero para eso estamos, para poder demostrar lo que somos capaces de ser y a donde estamos dispuestos a llegar; a cuanto nos vamos a arriesgar y cuanto estamos dispuestos a sacrificar para poder conseguir lo que realmente deseamos. O simplemente, para sentirnos mejor con nosotros mismos. Somos capaces, hemos llegado hasta aquí y no va a ser en vano todo el esfuerzo que hemos sacrificado. Esto es lo que queremos y por ello estamos dispuestos a seguir.
Tranquilo, no todo son rosas por el camino, eso ya es sabido. Pero yo confío en que podemos, en que puedo, y en que tú puedes. Animo.

Dejemos las muletillas inapropiadas, desmotivadoras e innecesarias. Oyete a ti mismo; y adelante.
No todo sale bien, pero tampoco todo sale mal.


martes, 2 de diciembre de 2014

Llegas. Te quedas.

De pronto llega alguien que quiere quedarse a sabiendas de que estás rota.
Llega alguien que no pretende repararte
porque sabe que la vida y tú ya tenéis un trato y no tiene nada que hacer.
Que a lo que llamas poemario lo llama experiencia.
Que es capaz de bailar cada uno de tus latidos sin importar el ritmo.
Que no coarta el amor, que lo deja fluir y hace que lo dejes fluir salvaje porque no puede ser de otra manera.
Que no busca las palabras exactas, pero las tiene.
Que no ve el naufragio, sólo el mar.
Que cuando sonríe se convierte en la auténtica metáfora de la vida y no tiene ni idea.

De pronto llega alguien.
De pronto llegas.

Llegas y te coronas con todas las espinas que voy escupiendo,
paseas por mi habitación y la conviertes en un laberinto de sueños,
acampas en mi mente y la creatividad se congela un segundo antes de empezar a derretirse;
edificas cada vacío, y ahora encuentro el mar hecho sonrisa al volver cada esquina.
Llegas y te plantas de frente para que no pueda mirar a otro lugar
y me doy cuenta de que nunca llega tarde algo que no se espera.
Llegas y me haces caer en la cuenta de que el amor es como las hadas de Peter Pan,
que sólo mueren cuando no crees en ellas.
Conectando tu herida con la mía llegas y te conviertes en la primera persona
capaz de hablar de paz sin mencionar la guerra.
Llegas y no prometes quedarte, pero te quedas.
Llegas y no prometo quedarme, pero me quedo.

De pronto llegas 
con tu ejército de silencios,
pero esta vez no vienen para luchar;
como un trébol de cuatro hojas en medio del desierto,
no salvas
pero das esperanza.